La belleza es un atributo que desde hace miles de años ha sido muy valorado por nuestras sociedades. Si bien el concepto mismo ha sido tan variado como culturas han existido en nuestro mundo, hoy en día la globalización ha estandarizado el nuevo 'status quo' de los patrones que determinan la belleza, al menos en los países occidentales.
El problema viene cuando, en la búsqueda del cuerpo “perfecto”, se pone en riesgo la salud física y mental de las personas. Tal es el caso de un número cada vez mayor de adolescentes de entre 15 a 18 años que piden un aumento de mamas. Pero, ¿es adecuado que las jóvenes se sometan a este procedimiento a tan temprana edad?
Edad recomendada
“Por lo general la glándula mamaria recién se termina de desarrollar a los 20 y 21 años. Antes de esa edad, se puede colocar un implante, pero no es lo correcto. Se tendría que esperar a que las glándulas ya hayan alcanzado su volumen total”, comenta al El Comercio el especialista en cirugía plástica y reconstructiva Roni Luna.
Así también opina el Dr. Daniel Gil Kodaka, quien considera que la cirugía “no representa un riego, siempre y cuando se evalué primero a la familia. Solo habiendo evaluando esos factores y con una correcta historia clínica se decide colocar los implantes”.
¿Existen riesgos?
Una adolescente que todavía no ha terminado de desarrollar sus glándulas mamarias, podría sufrir mayores lesiones que una persona qué sí lo ha hecho. Esto podría incluso traer consecuencias en la función de la glándula, es decir en la lactancia, según explica Luna.
Por otro lado, están las consecuencias psicológicas. A los 15 años, las menores no han alcanzado la madurez emocional, por ello su decisión estará influenciada por su entorno amical o familiar, que no necesariamente podría ser el más adecuado.
“Muchas veces las adolescentes optan por este procedimiento debido a una falta de identidad con su imagen. Si bien algunas mejoran tras la intervención, muchas otras se sienten insatisfechas con los resultados, lo que puede generar ansiedad, depresión, obsesión o frustración”, comenta a El Comercio el psiquiatra Jorge Lazo.
El rol de los padres
Los padres deben ser fundamentalmente comprensivos. Si se enfrentan a una petición de este tipo no deben actuar de forma autoritaria ni tampoco deben ser excesivamente condescendientes, por el contrario, tienen que informar a su hija acerca el procedimientos y los riesgos que este podría conllevar.
Luego, tendrían que llevarla donde un especialista para que sea él quien evalué el caso. Asimismo, es importante el rol paterno en el fortalecimiento de la identidad corporal de las menores y en su autoestima, como afirma Lazo.
Fuente: Diario El Comercio